Hace unos años, cuando a alguien le comentabas que hacias tus compras por Internet, te trataban como un inconsciente que facilitaba sus datos por un medio poco seguro, hoy en dia... también.
Sin embargo, cada vez es menos cierto esa inseguridad, y las facilidades que ofrece La Red para todo tipo de compras, son mucho mas importantes que las posibilidades de que esa transacción sea captada por un "maligno".
No se puede negar que el riesgo existe. Podemos sufrir una captación de los números de nuestra tarjeta de crédito, o de una clave que permita entrar en nuestra cuenta bancaria, pero igualmente es posible que nos roben nuestro código de acceso al cajero automático de la esquina, y en cuestión de segundos han hecho una copia de nuestra tarjeta de credito, y la pueden utilizar para sacar dinero de nuestra cuenta. Solo hay que echar un vistazo a alguna de estas
noticias para darse cuenta de ello.
Enrique Dans lo explica perfectamente en
este artículo. Me parece que acierta plenamente cuando dice
Con unos diez años de retraso, la Edad del Miedo parece tocar a su fin. Internet, como todos los avances desde que el mundo es mundo, ha sufido un periodo de aceptación, en el que la incredulidad se ha hecho hueco. Pero ese tiempo se acerca a su fin.
Todos conocemos a alguien que compra sus libros en tiendas que están al otro lado del océano, o que consulta la cuenta bancaria a través de Internet, o que hace la reserva de viajes (que seguramente será mas económica), desde la pantalla de su ordenador.
Los organismos que intervienen en estos procesos se han puesto las pilas, porque ven que no pueden perder clientes potenciales a los que probablemente nunca hubieran podido acceder de no ser por este nuevo medio. Bancos, agencias de viajes, tiendas on-line, etc, han ido generando nuevas pasarelas de pago, cada vezmas seguras que tranquilicen al cliente.
Un cliente que paradojicamente, es desconfiado ante este medio, pero que sin embargo, es el primero que ve normal que al pagar en un restaurante, el camarero se ausente durante 5 minutos con su querida tarjeta de pago. Tiempo mas que suficiente para que un "maligno" copie los datos , o se haga una copia total de ella.
Al final todo se reduce a actitudes mas o menos sensatas de los usuarios, y tener ese sentido especial, que nos dice de quien nos debemos fiar y de quien no.